domingo, 17 de marzo de 2024

FEBRERO... ¡DE UN VISTAZO! (#02/2024)

Hoy toca hacer repaso que ya mismo acaba el mes de marzo, y ya voy tarde. Febrero suele ser un mes muy activo, con un montón de novedades editoriales y actividades literarias de promoción. Luego, entre Semana Santa y Feria, la cosa decae un poco, para volver a subir a finales de abril y se mantendrá en niveles frenéticos hasta junio. Pero como sarna con gusto no pica, pues aquí estamos para disfrutar de lo que las obligaciones laborales y personales me permitan. Os cuento un poco cómo fue febrero en el blog.

[Para conocer la sinopsis de los libros expuestos
solo tienes que clicar en cada título o en los enlaces a las reseñas]



Los comprados

Febrero tiene la costumbre de traerme un año más y encima también es el mes en que suele asomar sus alitas San Valentín. Que yo no es que sea fan del 14 de febrero pero oye, si cae un regalo, no vamos a decir que no. Así que, entre cumpleaños y día de los corazoncitos cayó la novela gráfica que veis en la foto. Sinceramente, El ángelus de Homs / Frank Giroud (Norma Editorial) es un título que ni me sonaba. Para mí que mi marido entró la librería, se fue directo a la sección de novela gráfica, y pilló este título como había podido pillar cualquier otro. Pero en su defensa debo admitir que la historia que contiene este volumen de gran formato, unido a las bellas ilustraciones, promete y mucho. Hablamos de un museo, de un cuadro y de secretos familiares. Os garantizo que caerá en breve.


Los recibidos



..................................................................................................................Alfonso Domingo firma Mirabilia (Árdora Ediciones), un librito de pequeño formato tremendamente peculiar. Y es que su propio título lo indica. Mirabilia significa libro de las maravillas. Eso es lo que contiene sus páginas. Todo un compendio de «curiosidades, singularidades u objetos del asombro». A Alfonso Domingo lo conozco hace años, cuando publicó su novela titulada La balada de Billy el Niño. Desde entonces, por mis manos han pasado algunos libros suyos,  novelas u otros géneros, como esta mirabilia. Ya os contaré cuando lo lea. 

En el catálogo de Oberon se pueden encontrar los títulos más dispares que uno se pueda imaginar. En el mes de febrero vieron la luz El lenguaje de los gatos de Santiago García Caraballo. Yo no tengo gato. Ni perro. Aunque me gustaría, la verdad. Me fascinan los animales, su inteligencia y su comportamiento. A veces he tenido la sensación de que nos entienden cuando les hablamos. Hacen ese gesto tan característico, como inclinar la cabeza, y yo juraría que me oyen. Así que este libro puede gustar mucho a aquellas personas que tengan felinos. Su autor es un veterinario que nos explicará cómo podemos entenderlos porque son animales muy comunicativos.







La misma editorial publica Habla con extraños de Mónica Pérez de las Heras. Desde pequeños nos han dicho que no hablemos nunca con extraños. Sin embargo, de las Heras nos propone justamente lo contrario. Y es que la autora cree que hablar con personas que no conocemos de nada nos puede enriquecer como persona. Alude a esas pequeñas conversaciones que podemos mantener con extraños, diálogos triviales, pero que nos acercan al prójimo y contribuyen a convertirnos en seres más humanos. La verdad es que siempre vamos a lo nuestro y pasamos mucho de lo que nos rodea y de los que nos rodean. 


..........................................................................................................Y Oberon también edita El legado de una bruja celta de Rosa María Alonso Ferragud. Casualidades del destino, estos días atrás he hablado con una persona que ejerce la magia (os cuento más abajo) y, sinceramente, más allá de que creas o no en estas cosas, debo reconocer que me ha contado cosas muy impactantes. En este caso, Alonso Ferragud habla de brujas celtas y como buena gallega, no puede faltar en su libro la palabra meiga. 

Por su parte, la editorial Algaida publica Muerte de Atlante de Rafael Balanzá. Esta es una novela que promete una buena lectura porque si juntas una muerte misteriosa, con las Bahamas y la Atlántida, ¿qué resultado te da? A mí me provoca mucha curiosidad este libro y no descarto hincarle el diente durante las vacaciones de Semana Santa.





Otra novela de la misma editorial es Lo que la luz no sabe de Francisco Núñez Roldán. Este ya os lo mostré el mes pasado pero se ha vuelto a colar en este repaso porque lo he leído estos días atrás. La novela me ha recordado mucho a las historias de Eduardo Mendoza. Con unos personajes muy peculiares y una trama llena de ideas locas, os hablaré de este libro el próximo lunes. 

Y  también de Algaida sale a la luz La playa de los Narcisos de Mado Martínez. De la autora he leído algún título que no me disgustó. En su día La santa y El tren de las almas. Este thriller me resulta apetecible. Tenemos el hallazgo de un cadáver en una playa, una joven que sufre alucinaciones, y una inspectora que está enredada en relaciones complicadas. Creo que será de mis próximas lecturas.  





Pero la inmensa mayoría de los libros llegaron para entrevistar a sus autores. Por ejemplo, de la misma Algaida Editores, me llegó Letras de médicos de Ismael Yebra y Francisco Gallardo. Este es un libro muy curioso que habla de todos esos médicos que compaginaron su labor en la medicina con la escritura o bien aquellos que aparcaron la medicina para centrarse únicamente en escribir. Catorce capítulos dedicados a catorce médicos (entre ellos, dos mujeres). Con Francisco Gallardo pude sentarme estos días atrás. La entrevista saldrá pronto a la luz. 

Desde Espasa me llegaron varios libros. Por trabajo e incompatibilidad horaria no puede conversar con José Sota Chica que acaba de publicar Egilona. Reina de Hispania. A pesar de que este autor granadino lleva publicadas unas cuantas novelas históricas, yo he tenido conocimiento de su trabajo hace relativamente poco tiempo. Tiene un pasado impactante y actualmente es investigador del Centro de Estudios Bizantinos de la Universidad de Granada. Habrá que tener esta novela muy en cuenta. 






Tampoco pude conversar con Abraham Juárez que, bajo el mismo sello, publica La conjura del Harén. Me dio bastante rabia no poder acudir a la cita porque esta novela trata sobre el Antiguo Egipto y el reinado de Ramsés III. Estoy convencida de que esta novela me puede gustar. Todo lo que tiene que ver con el mundo egipcio me resulta de interés.

................................................................................................................................................................................................................................Y por último, Tu cuerpo, tu hogar de Rafael Guzmán García. ¿A quién no le gustaría vivir con calidad de vida durante muchos años? En este libro, psiconeuroinmunólogo clínico por la Universidad Pontificia de Salamanca nos cuenta todos esos factores que indicen de manera directa en nuestra salud y en el envejecimiento. 


N de Novela
publica Tinta y Fuego de Benito Olmo. Lo que me ha gustado esta novela. Es magnífica. El autor gaditano pone el foco de atención en el expolio nazi, en la quema y en el robo de libros que se llevaron a cabo durante la IIGM. Concretamente, este libro se centra en la misteriosa pérdida de la Biblioteca de la Comunidad Judía que fue sustraída desde Roma, con rumbo a Berlín, pero el tren que la transportaba no llegó a destino. ¿Qué pasó? Benito Olmo lanza una hipótesis en esta novela que, a mi juicio, es la mejor que ha escrito. 

Desde Tusquets, pasó por mis manos No volverán tus ojos a mirarme de Marta Barrio. En su día sí pude conversar con esta autora, cuando resultó ganadora del Premio Tusquets Editores de Novela por Leña menuda. Sin embargo, en esta ocasión, no pude acudir al encuentro. No volverán tus ojos a mirarme nos conduce a una historia de descubrimiento familiar, con una trama de esas que nos puede gustar al grueso de lectores.






Sin embargo, sí me senté a hablar con Daniel Ruiz que firma ahora, con la misma editorial, Mosturito. Me encantó esta novela. Ya os contaré con detalles porque la devoré. En cuanto a mi encuentro con el autor, os daré cuentas la semana próxima. Esta novela, desde ya, os la recomiendo. 


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Editado por Seix Barral, pude leer Las vulnerabilidades de Elvira Sastre, con quien conversé en Sevilla. Esta novela es demoledora. Abordando el tema de los abusos y de la pérdida de intimidad, la autora segoviana escribe una novela que no te va a dejar indiferente. Ya tenéis la reseña en el blog. No la dejéis pasar porque, sinceramente, es de esas lecturas que arañan. Yo lo pasé regular pero creo que es muy necesario visibilizar los temas que se tocan en este libro.

Martínez Roca edita dos nuevos títulos. Por un lado, Soy joven, no gilipollas de Sheila Hernández. Se trata de un libro que quiere poner el foco de atención sobre los problemas a los que tienen que enfrentarse los jóvenes. El bullying, la depresión, el miedo, el amor, las despedidas y las relaciones familiares serán los temas principales que aborde en este libro.





Por otro lado, Deja de tratarte como el culo de Lorena Gascón, más conocida como @lapsicologajaputa. En este libro, la psicóloga más cañera nos da las claves para empezar a valorarnos y a querernos,   a través de ejercicios prácticos y una serie de casos ficticios con los que te sentirás identificado. Con ninguna de las dos autores pude cerrar encuentro.



................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................Exlibris publica Hijo de la Luna de José M. Peinado. El viernes pasado pude conversar telefónicamente con el autor, un hombre que vivió la adolescencia metido de lleno en el mundo de la delincuencia. Una pelea y un tiroteo le hicieron replantearse su vida. Conoció a mujer que le mostró otro mundo, mucho más espiritual y consagrado a la magia. En este libro, Peinado cuenta su historia.

Desde Planeta me llegó París despertaba tarde de Máximo Huerta. El autor vuelve a rescatar a Alice Humbert, que ya conocimos en Una tienda en París. Pero son dos novelas totalmente independientes, aunque compartan personaje. Huerta regresa de nuevo al París de los años 20 que tanto le fascina. Ya tenéis publicada la entrevista con el autor.







Desde la misma editorial, me llegó Cuando volvamos a vernos de Isabel Arias. Esta joven, que ejerce en la esfera del Derecho en el sector público, y a la que conocemos a través de Instagram por sus guías de viaje (@viajesdelibro) publica su primera novela, muy vinculada a cierta experiencia personal y traumática que vivió. Con la autora pude conversar telefónicamente y ya tenéis la entrevista publicada en el blog.

Nosotras, el nuevo libro de Carmen Calvo, está editado por Planeta. La escritora publica este ensayo con un subtítulo, El feminismo en la democracia, que nos orienta sobre lo que podemos encontrar entre sus páginas. Calvo visitó Sevilla hace unos días para presentarlo en la Fundación Cajasol, acto al que me fue imposible acudir. 





Seguimos con más publicaciones de Planeta. Ansia es lo nuevo de Henar Álvarez. En esta novela, la autora narra las vivencias de una mujer de nuestro tiempo que se siente perdida tras ser abandona por su amante. Encerrada en un matrimonio que no la satisface, Álvarez nos brinda un thriller, lleno de humor gamberro, que nos permitirá reflexionar sobre lo que implica ser hoy una mujer libre, errática e imperfecta. Henar Álvarez viene a Sevilla la semana próxima para presentar su libro. 

Otro libro más editado por Planeta, me parece, no solo interesante, sino también necesario. Lola Álvarez Romano, la psicoterapeuta, afincada en Reino Unido y experta en el ámbito infanto-juvenil, firma ahora ¿Qué me he perdido?, un libro en el que se centra en los problemas de salud mental que pueden afectar a los adolescentes. Me parece un libro que puede ayudar muchísimo a los padres. La entrevista ya la tenéis publicada en el blog.





El último libro de Planeta que os traigo lo hemos visto mucho por redes sociales. se trata de El maestro de azúcar de Mayte Uceda. He leído muy buenas opiniones de esta novela, que narra la historia de dos mujeres que cambian de vida y ponen rumbo a la isla de Cuba, en 1895. Siento que esta novela es de esas que dejan muy buen sabor de boca. La autora vendrá a Sevilla el próximo jueves, día que yo estaré presentando otra novela en una librería.


.................................................................................................................................................................................................................................Desde Taurus, una editorial que no conocía, me llegó La herencia de Eva de Carmen Estrada. Se trata de un ensayo, en el que la catedrática de fisiología humana, investigadora en neurociencia y estudiosa del griego clásico, analiza cómo el encuentro entre la ciencia y las humanidades ha sido el motor de nuestra civilización. La cubierta me parece una preciosidad.

Por su parte, Lumen publica Almudena. Una biografía de Aroa Moreno Durán y de Ana Jarén. No os podéis ni imaginar la alegría que me dio al tener este bello volumen en mis manos. El mundo literario echa mucho de menos a Almudena Grandes y este libro me parece un preciosísimo homenaje a su vida y su trayectoria. Todavía no lo he leído pero caerá. Lamentablemente no pude sentarme a conversar con sus autoras. 






Y con la misma editorial, César Suárez publica El enigma Paco de Lucía. El autor pone la mirada de uno de los guitarristas más conocidos del mundo flamenco. Este libro es una biografía que nos acerca al lado más personal e íntimo del músico nacido en Algeciras, y fallecido en México (2014) 


Los ganados

Nada.

miércoles, 13 de marzo de 2024

SOLO (DRAMA - 2018)

Año: 2018

Nacionalidad: España

Director: Hugo Stuven

Reparto: Alain Hernández, Aura Garrido, Ben Temple,

Género: Drama

Sinopsis: Fuerteventura. Septiembre de 2014. En busca de la ola perfecta, el joven surfista Álvaro Vizcaíno se precipita por un acantilado en la zona más inaccesible de la isla. Lo que iba a ser una increíble jornada deportiva se transforma en 48 horas de agonía extrema. Con el cuerpo malherido y la cadera rota, deberá vencer a una naturaleza implacable y hacer frente a sus propios miedos para intentar sobrevivir... Basada en hechos reales.

[Fuente: Filmaffinity]


Siempre me gustó ver películas basadas en hechos reales, especialmente si tratan sobre experiencias que ponen al hombre en situaciones límites de supervivencia. La capacidad de superación del ser humano es prodigiosa. Cuando las fuerzas parecen abandonarnos, el espíritu de lucha puede mantenernos con vida lo suficiente como para salvar el pellejo. Por eso he querido ver Solo, porque este largometraje narra las 48 horas más angustiosas que pasó al surfista Álvaro Vizcaíno en 2014, cuando estando de vacaciones en Fuerteventura, resbaló por una ladera y cayó al mar. Cuatro años más tarde publicó un libro titulado igualmente Solo, en el que contaba su historia. El cineasta Hugo Stuven la ha adaptado a la gran pantalla. Os cuento qué me ha parecido la película.

Solo comienza en una playa. Álvaro (Alain Hernández) contempla cómo Ona sale del mar con su tabla de surf. La pareja está pasando el día junto al mar y conversan. Ella le pregunta por qué él la ha llevado a ese lugar. Él quiere contarle una historia, lo que le ocurrió cuando quedó a la deriva aquel 14 de septiembre de 2014. De este modo, el presente -lo que nosotros pensamos que es el presente- se alterna con el pasado.

Y en ese pasado nos retrotraeremos a la noche previa en la que todo ocurrió. Álvaro estaba de fiesta. Ona bailaba con otro hombre. Y Nelo, el amigo surfista de Álvaro anuncia que lo deja todo para formar una familia. Son un grupo homogéneo, gente que ama la naturaleza, el mar, que ha roto con las ataduras de la ciudad y que solo viven realmente cuando hacen surf. A la mañana siguiente, Álvaro pone rumbo a una zona de dunas. Quiere bajar a una cala desierta, adentrarse en el mar, y coger algunas olas, pero su pie resbala por una ladera y queda colgando de un precipicio. No hay nadie alrededor. Si trata de coger su móvil de la mochila que lleva a la espalda, terminará por caer al mar. Así que opta por tirarse él, cuando cree que es el momento más apropiado para no golpearse contra las rocas. A partir de ese momento, Solo narra las múltiples calamidades que le ocurrirán durante las 48 horas siguientes, hasta ser rescatado. 

Qué me ha gustado de la película

Lo primero que llama la atención son los paisajes y la fotografía. Playas volcánicas, acantilados, y el mar de un azul intenso conformarán la parte más bella de la película. Hay momentos en los que veremos a los jóvenes surfear las olas, en una comunión perfecta entre el hombre y el mar. Las imágenes son muy bellas.

Con respecto a la trama, me gusta la parte en la que Álvaro batalla contra el mar, tratando de ponerse a flote y salvarse. Aunque hay algunos actos que no entiendo, lo vamos a ver tratando de sortear rocas y llegar hasta una cala.  Imagino que el rodaje de la película habrá sido complicado y eso hay que reconocerlo. Las imágenes nos muestran a un hombre colgando literalmente de un acantilado. La cámara se aleja. Está completamente solo. Y aunque sabemos que no excesivamente lejos debe haber un equipo de rodaje, y que él está debidamente asegurado, no deja de ser impactante verlo aferrado a la pared rocosa. 

Por aportar algo más señalaría la lección de vida que aprende Álvaro. Su experiencia lo conduce a una examen de conciencia, a examinar cómo ha sido su vida hasta ese momento, entendiendo cuáles han sido esos errores que debe enmendar.

Qué no me ha gustado

Y si decía antes que lo que más me ha gustado de la película son los momentos de supervivencia, las escenas en las que vemos a Álvaro batallando contra el mar, tratando de salvarse, lo que menos me ha gustado es todo el resto, que es bastante. Es decir, los momentos en los que el surfista y la chica hablan del pasado, de la relación que tienen en ese momento, de lo que le gustaría a uno y a otro, me ha parecido como de cartón piedra. Diálogos tontorrones, insustanciales, que no aportan nada. Tampoco me parece creíble la amistad entre Álvaro y Nelo, la reacción del primero cuando el segundo le cuenta que ha pensado en cambiar de vida, que lo de surfear de aquí para allá está bien pero que, llegados a una edad, necesitas otras cosas. Es todo muy artificial.

Por momentos se hace lenta. Las escenas de lo que pensamos que es el presente rompen por completo la poquita tensión que se genera en las situaciones más complejas, con lo que el ritmo es irregular.

Personajes e interpretación

Del pasado de Álvaro sabremos bien poco. El guion va dejando caer datos aquí y allá sin orden ni concierto. Al parecer tiene poca relación con la familia y menos aún con su padre. ¿Por qué? No sabemos. En eso no se profundiza. Y con respecto a Ona, también parece que estuvieron un tiempo juntos pero algo pasó entre ellos y terminaron la relación. Sin embargo, Álvaro sigue enganchado con ella. Es decir, el personaje no está bien perfilado. Así que, cuando cae por el precipicio, lo conocemos tan poco que lo que le ocurre te importa lo justo. Es como si te enteras del accidente que ha tenido un conocido tuyo al que no ves hace diez años. La historia te impacta durante unos segundos y, al momento, sigues con tu vida.  

A partir del momento en el que tiene el accidente, Álvaro lo va a pasar realmente mal. Heridas, cortes y huesos rotos le impedirán moverse en el agua y nadar hacia una parte menos rocosa, hacia la playa. La sed, el hambre, las gaviotas, el frío de la noche y el calor del día serán sus mayores enemigos. Tuvo que haber sufrido mucho y, sin embargo, Alain Hernández no me ha transmitido todo ese sufrimiento. El actor no me convence ni en los momentos más complicados. Se le nota mucho que está actuando y no resulta creíble. Lo veremos desesperado, hundido, con miedo, pero esas emociones no nos llegan, no traspasan la pantalla, con lo que me enfrenté a este drama con bastante frialdad. Es más, hay un momento en el que personaje madura y llora, pero nada, que no conmueve. 

En definitiva, la historia real de Álvaro Vizcaíno (puedes leer una entrevista aquí) es para conocerla (yo no la conocía) y en ese sentido me parece muy encomiable que se opte por contar estos hechos a través del cine, para conocimiento del mundo, pero a esta película le falta emoción, profundidad, tensión, y todo lo que se supone que tiene que tener una película que nos habla de cómo un hombre supo sobreponerse a una situación extrema y consiguió salvarse.

La tenéis en Netflix




Tráiler:





martes, 12 de marzo de 2024

LOLA ÁLVAREZ: ❝EL 50% de los problemas de salud mental en adultos comienzan en la adolescencia❞

Búsqueda en Google: ¿Cuántas personas sufren de problemas de salud mental?

Confederación de Salud Mental en España:

1 de cada 4 personas tiene o tendrá un trastorno mental a lo largo de su vida.

- Entre el 35% y el 50% no reciben ningún tratamiento o no es el de adecuado

Con estos datos, la salud mental sigue siendo una asignatura pendiente en España. En este país, si vas a tu médico de cabecera porque te sientes hundido, con claros síntomas de depresión, cuadros de ansiedad, o cualquier otro tipo de trastorno mental, probablemente salgas de la consulta con cuatro consejos y una caja de Lexatín. Que te deriven a Salud Mental por el sistema de sanidad pública es casi más difícil que te toque la lotería. Y cuando consigues acceder a esa especialidad médica, las citas son tan tardías que el seguimiento del paciente se vuelve inviable. No tenemos un buen servicio público de salud mental en este país. No hay recursos y la gestión es mala. Por eso, la mayoría de la gente que acude a terapia lo hace por lo privado. Pero ¿qué pasa con las familias que no se pueden permitir una consulta privada? Pues que la gente sufre y vive acarreando sus problemas sin saber cómo gestionarlos.

Si a todo esto se le suma el factor adolescencia, el problema se recrudece. En una etapa de tantos cambios y vaivenes como es la adolescencia, hay jóvenes que sucumben, que no llevan bien la presión social, que se enfrentan a situaciones complejas en el seno familiar, que viven en una constante comparativa, agravada por las redes sociales.  De todo ello, Lola Álvarez sabe mucho. Pedagoga y psicoterapeuta experta en infanto-juvenil, ejerciendo en Reino Unido desde hace treinta años, Álvarez acaba de publicar ¿Qué me he perdido? (Planeta), en el que se centra en los problemas de salud mental en los jóvenes. 

La semana pasada, Lola Álvarez pasó por Sevilla y pudimos conversar con ella. Ahí va la entrevista.



Marisa G.- Lola, tienes una trayectoria profesional increíble. Como primera pregunta, me voy a remontar a ese momento en el que una persona con edad universitaria decide lo que quiere estudiar. ¿Qué es lo que te empujó a estudiar pedagogía y luego a convertirte en psicoterapeuta?

Lola A.- Fue una de esas cosas de la vida. Tenía un tío que vivía muy cerca de casa. Nos prestó un libro sobre una escuela inglesa que se llamaba Summer Hill. Era una escuela muy progre, de niños libres, y cosas así, pero se regía según el psicoanálisis. A mí eso me interesó mucho. Por entonces, yo tendría catorce o quince años y pensé que aquello era lo que yo quería hacer de mayor. Hice pedagogía pero el psicoanálisis se daba en una o dos lecciones en toda la carrera. Me interesaba mucho poder transformar la vida de un niño a través de la educación. Tener una buena educación es una cosa determinante en la vida.

Luego me fui a vivir a Inglaterra. Allí hay mucha escuela. De hecho, cuando Freud huyó de Austria con la llegada de los nazis, se fue a vivir al norte de Londres, donde murió. Por eso se creó allí mucha escuela alrededor de la psicoterapia, el psicoanálisis, y la psicoterapia aplicada al mundo infanto-juvenil. De esta forma nació la clínica Tavistock, una clínica, digamos, de renombre internacional. Al llegar a Londres, busqué un postgrado y entré Tavistock. Hablé con una profesora que luego sería mi tutora años después. A ella le expliqué lo que quería hacer y me orientó sobre qué curso hacer. Y así empecé.

M.G.- Este es tu segundo libro. El primero que publicaste se llamaba ¿Pero qué te pasa? y te centrabas en hacer un repaso de los problemas que los padres se pueden encontrar con los hijos en edad adolescente. En este otro, como que restringes más el tema. Es decir, te centras en una cuestión más concreta.

L.A.- Sí. En el otro, el tema era la adolescencia en general, lo que ocurre en la adolescencia, la transformación del adolescente, el desarrollo psicológico, sexual, de identidad, las redes sociales,... Todo lo que está relacionado con la adolescencia actual. Sin embargo, en este hablo de la salud mental de manera más específica. 

Me formé en el sistema de sanidad pública de Reino Unido y trabajé durante quince años en la sanidad pública. Pero antes, en la parte pre-clínica, había trabajado en escuelas primarias y secundarias en el centro de Londres porque tenía que reunir los requisitos de formación, que son bastante rigurosos. Te exigen haber trabajado con niños de todas las edades. Y ese primer libro lo que recoge de forma general es lo que he visto con mayor frecuencia en la clínica. Pero este profundiza más en los problemas de salud mental que vemos continuamente.

M.G.- En este libro, describes las señales de alarma a las que los padres tienen que estar atentos para descubrir a tiempo qué les ocurre a sus hijos, pero ¿cuáles podrían ser esas señales que a lo mejor nos pasan desapercibidas?

L.A.- En general, siempre hay que vigilar los cambios de conducta y averiguar a qué se deben. Puede que sólo sea un cambio de conducta temporal o, en cambio, puede ser que se trate de una progresión. Por ejemplo, hay que vigilar si el joven abandona su círculo social, si deja sus aficiones, si está desanimado, con desesperanza hacia las cosas, si baja el rendimiento escolar, si tiene mal humor, tristeza, irritabilidad, apatía,... Sé que todo esto forma parte de la adolescencia pero son cosas que van y vienen. Puedes tener a un adolescente que un día te dice que pases de él pero, al siguiente, está entusiasta y la mar de bien. Pero no me refiero a eso. Me refiero a estados de ánimo más crónicos, que duran semanas, y del que parece que no pueden salir.

M.G.- Que están como estancados.

L.A.- Sí. A veces, lo que les ocurre es poca cosa pero pasa que, como tienen acceso a tanta información vía Internet, esa poca cosa se puede agravar y puede empeorar bastante rápido sin que te des cuenta. 

M.G.- Y cuando unos padres encuentran ese tipo de señales que estás comentando, entiendo que lo primero que deben hacer es interesarse y preguntarles qué les ocurre. Lo que pasa es que las relaciones padres-adolescentes son difíciles. No quieren que invadas su terreno.

L.A.- Exacto, sí, sí.

M.G.- Es muy complicado para los padres.

L.A.- Sí, y delicado. Siempre digo que hay que elegir bien el momento. No hablar estos temas cuando les están riñendo porque han llegado tarde, o porque la habitación está desordenada, o porque le han puesto un cate, sino elegir el momento más propicio para la conversación.

Algo que recomiendo es decir las cosas de forma que le allanes un poquito el terreno, para cuando sean ellos los que quieran hablar. En vez de preguntar o interrogar, decirles: «Oye, he notado que estás un poco raro, que no sales hace un mes con tus amigos, cuando antes salías todos los sábados. ¿Te pasa algo?». De este modo le dejas entender que estás alerta y que sabes que algo está pasando. Y esto mismo se puede aplicar a muchas otras situaciones.

M.G.- Como dejarles la puerta entreabierta.

L.A.- Sí, dejarles la puerta entreabierta. En realidad, en terapia hacemos mucho eso. Que interpretes un poco cómo lo ves. Comentarles que cada vez que habláis sobre un tema, se cierra, y cambia de tema. Cosas así que son una señal de que algo no va bien.

M.G.- El libro se estructura en dos bloques. La primera parte habla de cómo funciona nuestra mente, y cómo puede repercutir en el entorno familiar y el desarrollo de la personalidad. Hablas de temas duros y además de actualidad, por ejemplo, el abuso escolar, que ha existido toda la vida, pero ahora se le pone nombre. ¿Cómo se gestiona eso dentro y fuera de la familia? Cuando unos padres saben que sus hijos sufren bullying, ¿cómo se gestiona eso?

L.A.- Es difícil. Lo primero que tienen que hacer los padres es hablar con el colegio porque el colegio tiene que poder gestionar esas situaciones. Y si eso no surte efecto, a veces los padres tienen que hablar con los padres del otro niño. Es delicado pero es algo que se tiene que abordar en los colegios. Muchas veces no se detecta porque ocurre a la hora de comer, o cuando están jugando, y los monitores de recreo están en otras cosas. No todo el mundo puede estar tan vigilante, siempre. 

El bullying hace mucho daño psicológicamente. Y muchos adultos todavía acarrean esa sensación de ser víctima, o arrastran miedo y ansiedad por haber sufrido bullying de niños. Es algo que hay que tomarse muy en serio porque, desgraciadamente, algunos suicidios están directamente relacionados con el bullying. Porque la idea central del suicidio tiene que ver con la desesperanza que se sufre al pensar que nada puede cambiar. Cuando hablamos con un joven que puede ser un suicida y le preguntamos qué se puede hacer para que cambie su situación, ellos siempre piensan que no hay remedio posible. Que piensen eso es señal de que está en un punto de bajón tan grande que es difícil que ellos puedan salir por sí mismos. 

M.G.- En otra parte del libro hablas de los abusos sexuales. Y dices que un niño que ha sido abusado sexualmente de pequeño, puede llevar a convertirse en un adulto abusador. Es decir, adopta el patrón de su abusador.

L.A.- Sí. El abuso sexual impacta mucho en la mente de la persona abusada. Es un trauma físico, porque también lo es, al suponer un ataque físico a tu integridad, a tu cuerpo. Y lo es también psicológicamente porque crea una confusión enorme en la mente del niño o de la niña. Aunque no siempre sea así pero, que una persona de tu confianza, como un profesor, un maestro, un entrenador deportivo, o un familiar presente esa conducta con ellos genera mucha confusión.

Y luego, hay un grado de excitación sexual que no saben cómo gestionar. Es algo que ocurre, sobre todo, en edades mayores. Así que, todo esto como que te descoloca mucho. Por eso, cuando una persona que ha sufrido abusos no ha sabido resolver lo que le ocurrió, puede haber interiorizado esos comportamientos.

Lo que sabemos es que los abusadores jóvenes, que abusan de hermanas, de primas,...  y tienen menos de dieciocho años, suelen ser jóvenes que forman parte de una familia en la que existe coerción. Es decir, donde hay violencia doméstica y violencia de género. Esas personas están acostumbrados a pensar que el sexo y la violencia están muy unidos. Un día están a bofetadas con su pareja y al día siguiente están en la cama haciendo mucho ruido. Ellos interiorizan la unión de la violencia y el sexo, con lo que distorsionan los parámetros de lo que es una conducta normal. En las familias en las que hay violencia también suele haber mucha perversión sexual.

M.G.- Y hablando de la violencia. Algo que se oculta en las familias es la violencia filio-parental. Es decir, encontramos familias en las que la violencia se genera de los hijos a los padres. ¿Cómo hacen para controlar esa situación teniendo a la persona violenta a su cargo y en casa?

L.A.- Es un gran dilema para padres y madres. Fundamentalmente, se trata de una ausencia de límites porque el niño, o la niña, -bueno, digo niño porque ocurre con más frecuencia con los niños-, tiene demasiado poder y demasiado control de la situación. 

No es tan raro que padres e hijos se insulten cuando discuten. Unos y otros cruzan los límites. Si un hijo le dice a su madre, por ejemplo, mala puta y eso se tolera, ya has cruzado un límite. Y una vez que ese límite se ha cruzado, es difícil volver atrás. Es una agresión verbal. Pero es que hay padres que, a veces, también insultan a sus hijos. Les llaman idiota, imbécil, inútil,... Hay una falta de respeto mutua. Y lo malo es que, como les da tanta vergüenza, no buscan ayuda porque no quieren que nadie sepa por lo que están pasando. Pero siempre les digo que tolerando la violencia de un hijo no se le ayuda, sino que lo que se hace es fomentar que siga siendo un maltratador. Siempre hay que buscar ayuda, o de las autoridades, o de un vecino, o de otro familiar al que llames para poner orden. Y luego hay que tratar esa situación porque no es tolerable. Es decir, lo principal es impedir que ocurra y una vez que lo has impedido, hay que pensar en cómo acabar con esa situación.

M.G.- Pero Lola, leo que hay como una especie de moda, como una tendencia. Algunos niños manifiestan que tienen algún problema de salud mental porque eso da prestigio. ¿Por qué lo hacen? ¿Creen que así tienen más atención de los demás?

L.A.- En cierto modo, sí. Esto tiene bastante que ver con las celebrities y las redes sociales. Cuando una celebrity confiesa que sufre ansiedad, anorexia, depresión,... la gente piensa que está muy bien porque así resultan más cercanos. Bueno, ellos están en Hollywood y tú en tu casa. Tan cercanos no estarán. Pero lo que ocurre es que hay un factor de imitación. Si confiesas que sufres un problema mental se crea como una especie de aura misteriosa o de fragilidad a tu alrededor

Y luego ocurre lo contrario. Hay chicos y chicas que están diagnosticados de algo, de hiperactividad, de autismo, y no lo quieren decir porque no quieren que se les trate de forma distinta. Es decir, esto de la moda no ocurre con todos los trastornos. Además, a veces pasa que los padres quieren una diagnosis porque no saben lo que les pasa a sus hijos, pero tener un diagnóstico no resuelve el problema. Vas a tener que apoyar a tu hijo tenga un diagnóstico o no. De hecho, es una buena noticia que no tenga diagnosis.

M.G.- Es decir, que los padres necesitan poner un nombre a lo que le ocurre al hijo porque no entienden lo que le pasa y no saben cómo actuar.

L.A.- Sí, sí, sí.  A lo mejor tiene un síntoma que se puede parecer a este trastorno o a este otro, pero no es suficiente como para dar un diagnóstico. Que el hijo esté triste no quiere decir que tenga depresión. 

M.G.- En el segundo bloque del libro te centras en problemas como la ansiedad, los estados depresivos, la autolesión y el suicidio. No sé si te has enterado de que hace unos días tuvimos el suicidio de una estudiante de la Complutense de Madrid. Una chica se lanzó desde uno de los edificios de la universidad. Toda la comunidad universitaria dio la voz de alarma. ¿Está aumentando el porcentaje de jóvenes que se suicidan?

L.A.- En España, creo que el número de casos ha aumentado desde la pandemia. También es verdad que ahora sí se habla de estos temas. Antes, no se publicaban estas noticias en los periódicos por miedo a los contagios. Pero sí, creo que han aumentado porque hay más presión en general, presión por parte de los padres, de la sociedad, de las redes,...

El suicidio es un tema muy complicado. Hay muchas motivaciones y muy diferentes. En el caso de esta chica universitaria, no sabemos qué motivos habría. A lo mejor era porque había suspendido o a saber qué. Es difícil saberlo. En el Reino Unido, las universidades de más exigencia académica tienen ahora protocolos muy estrictos con el tema del suicidio. Hay mucha más asistencia de salud mental porque la presión académica es fuerte y es muy competitivo el sistema. 

M.G.- Y cuando unos padres tienen que enfrentarse al suicidio de un hijo, el sentimiento de culpabilidad tiene que ser muy grande, ¿no? ¿Se pueden sentir fracasados como padres cuando un hijo se suicida?

L.A.- Sí, pero eso ocurre con un hijo o con un padre. Los que se quedan, siempre sienten culpabilidad.

Hace poco trabajé con una niña cuya madre se había suicidado. Ella se culpaba y se decía que no tenía que haberle dicho esto, que no tenía que haberle pedido aquello otro,... Un hijo, cuando un progenitor se suicida, siente que eso sucede porque, como hijo, no ha sido suficiente para esa persona, que tener hijos no lo anclaba suficientemente a la vida. Y realmente es así. Son personas para los que la idea de la muerte es un alivio de algún tipo. Todo lo que tienen no es suficiente para querer seguir viviendo. Puede ocurrir en jóvenes o en adultos.

M.G.- Es verdad lo que comentas que antes no se hablaba de los suicidios en los medios de comunicación por evitar el efecto contagio. Sin embargo, tú aconsejas en el libro que, si un hijo tiene pensamientos suicidas, lo primero es hablar con ellos porque de este modo el hijo se siente más escuchado y arropado.

L.A.- Sí, más acompañado. Pero eso no quiere decir que no se tenga que actuar. Igualmente hay que pedir ayuda.

Nosotros seguimos unos protocolos. Les preguntamos desde cuando tienen ideas suicidas, cuándo empezaron a pensar en el suicidio, y si han buscado la forma de hacerlo. Si nos responden que sí, le preguntamos qué les ha impedido llevar a cabo ese plan, que por qué no lo han hecho. Si te hablan de su familia, de que el hermano pequeño, el abuelo o alguien de su familia quedaría destrozado, entonces vemos que ahí hay un ancla. Pero si te dicen que la familia pasa de él y que él pasa de toda la familia, entonces pensamos que ahí hay un riesgo alto. Además, si hay suicidios en la familia, si ha habido algún suicidio familiar en el pasado, el riesgo aumenta. Es decir, hay una serie de factores a tener en cuenta.

Y luego hay otros adolescentes que te dicen que han pensado en el suicidio pero sabes, más o menos, que no lo van a hacer. Es sólo un pensamiento que está ahí, como una opción, pero no van a pasar a la acción. De todos modos, es una cosa que tenemos que revisar de vez en cuando. Volverles a preguntar si siguen teniendo ese pensamiento o no. Si dicen que no, es que el bache ha pasado. Pero bueno, es que la adolescencia es algo de muchos extremos e impulsos. Los impulsos pueden llevarlo a verlo todo muy blanco, o muy negro.

M.G.- Y en los problemas de salud mental, ¿qué importancia tiene la genética?

L.A.- Es un factor. La genética incluye predisposición a hacer ciertas cosas. Por ejemplo, en la depresión y la ansiedad, la historia familiar es importante porque se aprenden patrones. A veces es difícil diferenciar entre un patrón aprendido o uno heredado.

M.G.- Lola, en el libro incluyes casos prácticos pero no sé si son casos reales que has tenido en consulta o son historias inventadas que sirven para ejemplificar.

L.A.- No, son casos reales. Totalmente reales. Lo que pasa es que he disfrazado la identidad para que no reconozcan a las personas. Y algunos son dos casos en uno que mezclo para hacer uno solo. Pero son reales, sí.

M.G.- Y los adolescentes, cuando llegan a consulta, ¿suelen ser abiertos y hablar de lo que les ocurre o te encuentras con muchos muros?

L.A.- Hay de todo. Algunos vienen poco convencidos porque sus padres o profesores les han pedido que vengan y, a veces, son ellos mismos los que piden venir a consulta. Aunque, si quieren venir porque han tenido un mal día y les das cita para dentro de una semana, cuando les toca venir ya se les ha pasado lo que sea. Eso también pasa. (Ríe). 

Y luego están los que mantienen un perfil bajo pero generan preocupación porque, a lo mejor les han mandado alguna redacción y el profesor detecta algo que el niño ha escrito y que da que pensar. 

M.G.- Tú llevas mucho tiempo viviendo y ejerciendo fuera de España. Aquí, a veces, es un poco complicado que uno mismo, o los hijos, entren en el circuito de la salud mental por el sistema público.

L.A.- España se tiene que poner las pilas en salud mental. Va muy a la cola de Europa en este tema. No puede ser que la gente que no puede pagar a un psicólogo se quede sin ayuda. Hay mucha gente que me contacta y me dice que ha podido llegar a su hijo a consulta durante tres meses, pero que han tenido que dejar de ir porque no pueden costearlo. 

M.G.- O te dan cita pero muy de tarde en tarde.

L.A.- Sí, cada tres meses. Eso no sirve para casi nada. 

Y con respecto a la medicación, quizá aquí se medica antes. En Reino Unido medicamos cuando ya hemos agotado todas las posibilidades. Allí, en la sanidad pública, se ofrece primero terapia hablada. Se ofrece sesiones familiares. A veces, hablamos con el padre, con la madre, o con el hijo. Otras hacemos una combinación. Si vemos que, pasados tres o seis meses, la persona no mejora, sino que empeora, o se estanca, entonces empezamos a considerar la medicación. 

En salud mental, todos son procesos. No hay cura mágica. Tienes que probar, intentar esto o lo otro. Con los jóvenes, vale la pena ayudar porque les estás evitando muchos problemas de adulto. EL 50% de los problemas de salud mental en adultos comienzan en la adolescencia.

M.G.- A los catorce años exactamente, he leído.

L.A.- Eso es. Así que, imagínate. Es que eso es mucho.

M.G.- Sí. Y luego como para encontrar las causas.

L.A.- Es que llevan toda una vida sufriendo. Te impide tener relaciones felices, encontrar un buen trabajo,... Estás toda la vida arrastrando algo que no te ha dejado vivir la vida plenamente. Por eso también hay que intervenir cuanto antes.

M.G.- Pues sí. En fin, Lola, lo dejamos aquí. Un placer por haberme atendido y un placer tenerte en Sevilla. 

L.A.- Mucho gusto, Marisa.

Sinopsis: La salud mental importa siempre, y en la adolescencia es clave para definir a los adultos que van a ser

Entender qué pasa por la cabeza de nuestros hijos es la clave para empatizar y poder ayudarlos a superar los momentos difíciles. La psicoterapeuta Lola Álvarez lleva más de treinta años trabajando con adolescentes y sus familias y, en todo este tiempo, ha visto cómo los problemas psicológicos durante esta etapa del desarrollo se han ido haciendo más complejos, con lo cual es frecuente que padres y educadores no sepan cómo abordarlos. 
Este es un libro necesario que trata la salud mental de la adolescencia en un sentido global, teniendo en cuenta el contexto social y familiar. Una auténtica guía para detectar a tiempo desde problemas de conducta o de ansiedad hasta cuadros más complejos como la depresión, las autolesiones o las ideas de suicidio. Una obra con recomendaciones prácticas para ayudar a los padres a intervenir de forma efectiva.

La adolescencia es un periodo fluido y cambiante, y por complicada que parezca la situación, siempre hay una manera dialogada y accesible de reconducir las situaciones más problemáticas.

¡Nunca hay que rendirse!

lunes, 11 de marzo de 2024

LAS VULNERABILIDADES de Elvira Sastre

Editorial: Seix Barral
Fecha publicación: febrero, 2024
Precio: 20,90 €
Género: narrativa
Nº Páginas: 352
Encuadernación: Rústica con solapas
ISBN: 978-84-322-4287-8
[Disponible en eBook y audiolibro;
puedes empezar a leer aquí]

Autora 

Nació en Segovia en 1992. Ha publicado los poemarios Cuarenta y tres maneras de soltarse el pelo (2013), Baluarte (2014), Ya nadie baila (2015), La soledad de un cuerpo acostumbrado a la herida (2016) y Adiós al frío (2020). Del mismo modo, es autora de dos libros que combinan la ilustración y la poesía: Tú la Acuarela/Yo la Lírica (2013) y Aquella orilla nuestra (2018), ilustrada por Emiliano Batista (EMBA). Compagina su carrera poética con la traducción. Ha traducido a poetas como Rupi Kaur, Lana del Rey o las letras de Vetusta Morla. En 2019 publicó su primera novela, Días sin ti, con la que consiguió el Premio Biblioteca Breve, que la consolidó dentro del panorama nacional e internacional como una de las escritoras más importantes de su generación. En 2021, la revista Forbes la incluyó en su lista de Los 100 españoles más creativos. Elvira llena con su poesía teatros y salas de conciertos en todo el mundo, desde espacios pequeños hasta grandes recintos como el Circo Price o el WiZink Center en Madrid. En la actualidad continúa presentando sus obras por España y por América Latina mientras sigue desarrollando su labor creativa y literaria. Las vulnerabilidades (2024) es su segunda novela. 

Sinopsis

La narradora de esta historia, Elvira, recibe un mensaje en una red social: una joven llamada Sara afirma haber sido víctima de un abuso y se encuentra en una situación desesperada. Elvira no duda en ofrecerle su ayuda y le abre las puertas de su intimidad, aunque nada es suficiente para quien no halla consuelo. Poco a poco, Sara se convierte en una presencia asfixiante pero necesaria en la vida de una Elvira entregada a salvarla de sí misma.

Las vulnerabilidades es una historia de suspense psicológico que gira en torno a la relación de poder y dependencia que se establece entre dos mujeres heridas y que cuestiona las consecuencias de un acto tan aparentemente altruista como ayudar a los demás.

Tras ganar el Premio Biblioteca Breve en 2019 con Días sin ti, su primera novela, Elvira Sastre regresa a la ficción más descarnada con una historia inspirada en un episodio real vivido por la autora. En sus propias palabras: «Trato de entender a través de la escritura dónde nacen nuestras heridas. He escrito esta historia para demostrar que la vulnerabilidad es la luz que ilumina la grieta».

[Información tomada directamente del ejemplar]



Ya lo comenté hace unas semanas por redes sociales, que Las vulnerabilidades de Elvira Sastre me estaba dejando muy tocada. El camino de esta lectura no ha sido fácil. Los hechos que recoge la nueva novela de esta autora segoviana, después de ganar el Premio Biblioteca Breve con Días sin ti, arañan y escuecen. Es inevitable que se te ponga un «entripao» en la boca del estómago hasta el punto de tener que parar de leer para coger aliento. Así se lo manifesté a la autora el día que nos sentamos a conversar con ella, por lo que este post va a ser una combinación de aquella charla y de mis impresiones sobre este libro. Pero, ¿de qué va Las vulnerabilidades?

Elvira es una joven publicista, de veintiocho años, a la que le encargan una campaña para la Agencia de Protección de Datos, con la intención de concienciar a la ciudadanía sobre la importancia que tiene proteger nuestros datos, nuestra intimidad y nuestro derecho a la imagen, cuestiones que vuelan por lo alto cuando alguien filtra en internet, y sin nuestro consentimiento, un vídeo de contenido sexual. Con la idea de llegar a un mayor número de personas y causar un efecto más impactante, a Elvira se le ocurre fingir que ella ha sido víctima de una filtración de este tipo, denunciando los hechos a través de una confesión por redes sociales. Las reacciones no se hacen esperar.


«Y pronto se hizo viral. No calculé los riesgos personales y el teléfono se llenó de llamadas de familiares y amigos preocupados». [pág. 17]


Familiares y amigos se ponen en contacto con ella pero también lo harán personas desconocidas. Entre esas personas habrá chicas que le muestran su apoyo, y otras que resultan ser igualmente víctimas. Una de esas chicas será Sara, una joven adolescente, con la que establecerá una relación de amistad.


«Sara fue una de aquellas mujeres. Abrí mi carpeta de mensajes y vi su nombre. Esas cuatro letras brillaban entre la oscuridad de las docenas de mensajes sin leer, titilaba como un bichito de luz a medio gas». [pág. 19]


A Sara le han robado su intimidad. La joven accedió a grabar un vídeo en el que se la ve manteniendo relaciones sexuales con Rodrigo, su novio, y este lo ha difundido entre sus contactos. Raro es el compañero de instituto que no haya visto esas imágenes. A partir de ese momento, la joven pierde su capacidad de reacción. Se queda totalmente bloqueada, sin ser capaz de tomar decisiones de ningún tipo. Optará por encerrarse en casa y en sí misma, y tratar de mantenerse alejada del foco de atención, apartándose de todo, porque inevitablemente cree que todo el mundo la va a señalar por la calle. Bueno, en realidad, no es una paranoia suya sino que la gente la señala. La insultarán y sus amigas le darán la espalda. Sara prefiere recluirse a la espera de que pase el aluvión y de que la gente olvide el vídeo. Ni siquiera se ha planteado denunciar porque, en sus propias palabras, «no me compensa».  ¿Para qué remover más la mierda? Pero Elvira no cree que deba dejarlo estar. 


«Coge las armas que existen y defiéndete como puedas, Sara. Tú no tienes culpa de nada. Tienes derecho a vivir tu vida y a tienes derecho a protegerla». [pág. 23]


Así que ella decidirá no dejar sola a Sara en ese triste naufragio. No sin temor a cometer algún error y a orientar a la joven por un camino equivocado, determinará acompañarla en el proceso, escuchando a la joven cuando sienta necesidad de hablar, alargando su mano para sacarla del pozo en el que se hunde, poniéndola en contacto con profesionales que le presten socorro, y aconsejando a la chica para que dé un paso al frente y denuncie. La relación entre Elvira y Sara será principalmente telemática, a través de correos electrónicos, whatsapp o mensajería instantánea, aunque también se verán en contadas ocasiones. 

Elvira se vuelca con Sara y pasa a formar parte del paisaje de la joven. Junto con Laia, la hermana mayor de la chica, serán ellas las que sujeten el peso de esta historia, que conduce a un desenlace del que os hablo más abajo. 

Qué me ha gustado de la novela

Hay lectores que evitan enfrentarse a novelas-tsunami. Sí, a esas historias que, nada más leas la primera línea, te llevan por delante. Admito que leer esta novela me ha removido. Es como si me hubiera pasado una apisonadora por encima, pero lamentablemente lo que cuenta la novela es una realidad que está ahí, que no podemos obviar y que, además, es necesaria visualizarla. En este sentido, Las vulnerabilidades me ha gustado mucho. Por suerte, y hasta la fecha, no me ha ocurrido lo que le ocurre a Sara. Ni tampoco tengo a nadie cercano a la que le haya pasado lo que a ella. No por ello no he sentido la historia como propia. Me ha gustado muchísimo el retrato que Elvira Sastre hace de esa atmósfera pesada y angustiante que rodea a una víctima de la vulneración de su imagen. Como también me ha parecido brillante el dibujo social y familiar  que plantea. ¿Cómo reacciona la familia ante una situación así? Y la sociedad, ¿arropa o abandona a la víctima? ¿Con qué recursos cuenta Sara para enfrentarse a la humillación a la que ha sido expuesta? Pero sobre todo, me ha impactado muchísimo el retrato psicológico que la autora hace de la joven. Me he echado las manos a la cabeza al ver el tipo de relación que Sara tiene con Rodrigo, de qué modo la joven está totalmente atrapada en una relación tóxica, seducida por un hombre algo mayor que ella, al que ve como su salvador. Nos contó la autora que para escribir esta novela tuvo que investigar y el proceso fue complicado. «Todos sabemos lo que implica la violencia de género, el terror que supone, pero cuando ahondas más allá, descubres las consecuencias psicológicas que deja en las víctimas»

Las vulnerabilidades parte de un hecho real. Quiero decir que el punto de partida, esa confesión en redes sociales, es algo que la propia Elvira Sastre llevó a cabo (puedes leer algunos artículos periodísticos sobre el tema aquí), con el mismo propósito que la Elvira de la novela. En el año 2020 publicó en su cuenta que andaba rulando por Internet un vídeo suyo en el que se la veía manteniendo relaciones sexuales. Y como ocurre en la novela, las reacciones no se hicieron esperar. 

Lo que no comprendo es por qué algunos lectores catalogan esta novela como un thriller psicológico. Es cierto que todo lo psicológico tiene presencia importante y que también hay cierto suspense y misterio flotando, pero en lo que a mi experiencia lectora respecta, no puedo elevar esta novela a la altura de un thriller. Me parece más una novela de carácter intimista y social. Al preguntarle a Elvira Sastre, ella responde que no son más que etiquetas, «aunque sí hay un misterio en la novela, para lo que ha ido dejando pistas a lo largo del relato». Admito que esas pistas no las advertí.

Sara

Qué difícil debe ser para una persona enfrentarse a lo que se enfrenta esta chica. Más siendo una adolescente, en ese momento en el que estás como a medio cocer, como si fueses una pieza de barro en proceso de endurecimiento. Cualquier contacto o presión ejercida sobre la misma, dejará una huella para siempre. A eso se añade que a la joven le falta uno de sus puntos de apoyo. Su madre falleció tiempo atrás, así que lo más cercano que tiene a una figura materna es su hermana mayor, Laia. Porque ni siquiera con su padre se entiende, un hombre que estará sin estar en todo eso que le va a ocurrir a su hija. Bueno, ahora también estará Elvira, la periodista que no la deja sola ni un momento, que la acompañará en sus miedos, en sus pesadillas, en sus dudas, en sus incertidumbres. Y el ámbito familiar se verá totalmente trastocado por los acontecimientos porque, como decía antes, la novela también aborda la reacción de nuestro entorno más cercano. Y puede ocurrir que hasta aquellos que han convivido contigo toda la vida, te abandonen. 

A Sara la ves tan débil, tan delicada, que es inevitable no sentirse con la necesidad de posicionarte a su lado y sujetarla. Porque eso es lo que he sentido al conocer la situación de esta chica, un deseo irrefrenable de acogerla y protegerla. Es el mismo sentimiento que abordará a Elvira. 


«Es quebradiza, frágil, tremendamente infantil». [pág. 40]


Y es que, aunque tenga diecisiete años, si la escuchamos con los ojos cerrados, tendremos la impresión de estar ante una niña pequeña. Como Elvira piensa, Sara es una voz infantil que le habla de cosas espantosas. No hay nada adulto en ella, como si no hubiera pasado el tiempo. Toda la estructura que vamos construyendo a medida que vamos creciendo, en el caso de Sara se ha venido abajo, como si alguien, de un manotazo, hubiera derribado todo ese crecimiento personal e iniciación hacia la edad adulta.

Para colmo, la joven tiene que soportar también las burlas y el escarnio público. ¿Cómo es posible que la sociedad la culpabilice? Quise preguntarle al respecto a Elvira Sastre porque a mí me parece un horror que a una mujer que sufre este tipo de violencia, también se la señale con el dedo. Ella me respondió que, por suerte, no todo el mundo reacciona igual. Que es verdad que se suele dudar de la víctima pero también hay mucha gente que hace cosas muy buenas, que las víctimas cuentan con asociaciones donde trabajan profesionales y voluntarios. Sin embargo «cada vez que una mujer muere por violencia de género siempre se pregunta si había denunciado previamente. Eso es poner la responsabilidad en la víctima», mientras que a las víctimas de otro tipo de violencia se les ampara de otra manera, sin preguntarle si ha denunciado los hechos antes o no. ¿Es que acaso, al no denunciar, es más culpable por lo que le ha ocurrido?

Si Sara es culpable de algo es de amar y de querer sentirse amada, de elegir mal, de poner su atención en un maltratador, como Laia califica a Rodrigo, que conoce los puntos débiles de la joven, que la manipula, y le hace sentir que sin él, ella no es nada. Pero no es culpable de haber mantenido relaciones sexuales, ni de permitir la grabación de ese momento. Ella no es la culpable. El culpable es Rodrigo. El verdadero monstruo es él. Y yo siempre me he preguntado cómo es posible que las jóvenes de hoy consientan tener relaciones con personas así. ¿Por qué no huyen? Y así se lo pregunté a la autora: «Pero ellas no se meten en esas relaciones de forma voluntaria. Son ellos los manipuladores. Ninguna nos libramos de algo así, ni la más feminista, porque no depende de nosotras. Es que hay otra persona ejerciendo un maltrato psicológico y la manipulación es tan sutil que cuando te quieres dar cuenta estás dentro. A todas nos ha pasado. A mí, también»

Sara es un títere al que su novio maneja a su antojo. Tanto es así que ella se presta a otras circunstancias terribles, sobre las que ponemos la palabra secreto.


«Fue en el momento en el que leí la palabra secreto cuando todo se oscureció: pero no solo lo que rodeaba a Sara, sino también lo que vivía dentro de mí. Entendí que detrás del vídeo había algo mucho más terrible, que Sara estaba envuelta en una nube tan gris que era imposible ver nada». [pág. 56]


Habrá algo más que el lector descubrirá con el avance de la lectura. E incluso así, con todo lo que Rodrigo le ha hecho, conviviendo con la sensación de que su novio no la deja ni comer, ni dormir, ni respirar, ella sufre porque no quiere hacerle daño. Le preocupa lo que le vaya a ocurrir si lo denuncia y van a juicio. Está tan metida de lleno en una relación tóxica y tiene una dependencia emocional tan apabullante, que incluso le da miedo ir a la consulta de la psicóloga porque sabe que tendrá que hablar de lo que ha ocurrido y de lo que Rodrigo ha hecho, y eso lo dejará en una situación comprometida.

Elvira Sastre construye un personaje intenso y complejo pero, a la vez, con un vacío enorme. En ese retrato que la autora perfila, me llamó poderosamente la atención dos cuestiones. Por un lado, la insistencia de Sara al pedir perdón por todo. Cada palabra suya, cada acción, viene precedida de una disculpa: «Elvira, perdona si te molesto»; «Elvira, es que no sé cómo hacer esto, perdona»Sara ha perdido cualquier atisbo de identidad, cualquier derecho a ocupar un espacio en el mundo, a ser alguien en la vida. Está tan anulada que por su mente flotan pensamientos suicidas y combate su dolor con la autolesión. Y por otra parte, me pareció significativo que constantemente se refiera a su interlocutora empleando su nombre propio, cuando habla con ella. Si contáramos las veces que Sara pronuncia la palabra Elvira (como también la palabra perdón) advertiríamos que es un número elevadísimo. Quise preguntarle a la autora sobre este asunto y esto es lo que me contestó: «Es un rasgo que contribuye a construir su personalidad dañada y manipuladora porque, cuando alguien te nombra, te interpela. Que te nombre tanto es como si te eligiera a ti de entre todo el mundo. Forma parte de un discurso manipulador muy sutil». Quizá no entendáis esta respuesta. ¿Sara, manipuladora también? Bueno, no ahondo más en esta cuestión. 

Elvira

La narradora de esta historia se ve envuelta en una situación complicada, sin buscarlo. Su papel es llevar a Sara a un lugar emocional seguro, donde la joven pueda recuperar la autoestima y la confianza en el otro. Podríamos pensar que a Elvira le toca la parte fácil en esta historia. Al fin y al cabo, la invasión de su intimidad no ha sido más que una farsa, una estrategia para concienciar a través de redes sociales. Elvira no es víctima de ningún tipo. A ella le toca simplemente (y lo subrayo) servir de apoyo, aunque eso implique que toda su vida gire alrededor de otra persona.


«Mi vida al margen de Sara ya no existía, pero tampoco se había parado, a pesar de mis intentos. No hablaba de otra cosa que no fuera ella y no me daba cuenta de mis fallos en el trabajo, de la ausencia con mi familia, de la escasa energía que me quedaba para hacer otra cosa que no fuera estar ahí, a su lado». [pág. 155]


Pero la labor de Elvira no es tan sencilla. Ella es periodista, no tiene experiencia como psicóloga ni como personal de apoyo a las víctimas de violencia. Elvira hará lo que pueda no sin temor a equivocarse porque no puede desentenderse de Sara ahora que ella ha llegado así a su vida, con ese ímpetu, colonizándolo todo, su tiempo y su espacio. Elvira siente que ayudar a Sara es ayudar a todas las mujeres, a través de la joven, es tender una mano amiga a todas aquellas chicas que estén pasando por una situación así, o que hayan pasado por algo similar. Así que la novela respira un aire de sororidad tremendo porque además, si te fijas bien, y más allá de las referencias al padre y al novio de Sara, toda la historia gira alrededor de mujeres, con Elvira y Sara a la cabeza, con Laia, y con Inés y Ana, psicóloga y abogada de la joven. La presencia femenina en esta novela no tiene competidor. Todas estas mujeres se unen para ayudar a otra mujer.


«Debemos creernos. Antes de nada, debemos hacerlo, aunque haya dudas, malestar o posiciones incómodas: la primera respuesta debe ser "yo te creo"». [pág. 103]


Y adoptando esa responsabilidad, ¿cómo se ayuda a una persona que ha pasado por esto? Elvira se lo pregunta en la novela, qué abrazo hay que dar, qué palabra tienes que pronunciar, qué gesto haz de hacer para aliviar a la víctima, qué decirle a alguien que te confiesa que te quieres morir mientras el hombre al que amas te insulta, te pega y te viola. Ante eso, ¿qué? Porque no hay nada que valga. No existen abrazos, ni palabras, ni gestos para algo así. Decir «lo siento mucho», queda hasta ridículo.

Pero estamos hablando constantemente de la ayuda que Elvira presta a Sara, pensando que la periodista es un mero punto de apoyo. Sin embargo, y a medida que vayamos avanzando en la lectura, veremos cómo Elvira es una mujer que también tiene sus rincones oscuros. Nadie está libre de traumas y manipulaciones. Entonces, ¿quién ayuda a quién? La línea es tan difusa... Elvira y Sara se convierten en vasos comunicantes.

Desenlace

Nunca hago un aparte para hablar del desenlace de una novela leída. A lo sumo, dejo caer lo que me ha parecido, sin entrar en profundidades. Pero en este caso, siento que es necesario, porque el final de esta novela me cogió tan de sorpresa que me quedé unos segundos sin capacidad de reacción. Pero no me refiero a ese tipo de sorpresa que el lector sabe que le espera en según qué tipo de novela, sino a un quiebro que me dejó sin entender muy bien por qué. Y es que Elvira Sastre opta por dar un giro brutal a los acontecimientos, cuando apenas quedan unas treinta páginas para el punto final, y saca a la luz un tema que, hasta ese momento, ni siquiera se me había pasado por la cabeza. Yo andaba tan imbuida en la historia de Sara, en la viralización de su vídeo, en su pérdida de intimidad, en su hundimiento, echándome las manos a la cabeza con esta sociedad que culpabiliza a la víctima, que no vi venir lo otro, el otro foco de atención sobre el que Sastre quiere poner su mirada. Y es que, en Las vulnerabilidades, es muy importante la violencia de género y las víctimas, pero también la entrega incondicional de la que luce Elvira. Con tal de ayudar a Sara, ella se olvida hasta de sí misma como hemos leído en un pasaje anterior. No quiero profundizar más en lo que le ocurrirá a Elvira para no destripar la trama pero sí quiero comentar que a mí me descolocó tanto ese final, que no puede evitar preguntarle abiertamente a la autora y me contestó que ella no ha escrito únicamente una novela sobre violencia de género. «La violencia ha sido el contexto de la historia pero, casi como tema principal, he querido ir más allá, huyendo de la revictimización, para evidenciar, a través de un caso, que no todo es blanco o negro, sino que hay grises, que podemos estar totalmente equivocados con respecto a lo que pensamos de alguien»A Sastre no le extrañó que no me esperara ese final ni que pensara que los hechos iban a seguir el mismo sendero que yo había tomado desde el principio. La autora cree que Las vulnerabilidades es una novela que casi requeriría una segunda lectura. «Es un libro que, si no te esperas el final, cuando lo lees una segunda vez, es otro libro distinto porque ya sabes lo que pasa y ves otras cosas, para lo que he ido dejando pistas», afirmó.

Estructura y estilo

Escrito en primera persona, Las vulnerabilidades cuenta con una estructura muy definida. Aunque la voz narrativa siempre será la misma, la de Elvira, el lector se encontrará que a lo largo de la narración de los hechos se intercalan capítulos en cursiva. Si debo ser sincera, esos pasajes me abrumaron un poco. No sé si será percepción mía pero yo sentía que la voz de la narradora en esos capítulos era mucho más densa, más pesada. Le pregunté a la autora y me contestó que «la parte en cursiva son capítulos más poéticos que me permiten volcar esa parte poética que tengo; además a la hora del desarrollo de la historia ayudan mucho porque están en presente, porque son pasajes muy gráficos que te ayudan a construir los personajes».


Voy llegando al final de esta reseña-entrevista. Las vulnerabilidades te pone un nudo en la garganta. Cada palabra de esta novela ejerce presión a la altura del esternón. Capítulo a capítulo Sastre te aprieta el corazón. Esta novela está plagada de interesantes e importantísimas reflexiones, un buen puñado de pensamientos, emociones,... que he hecho mías. Es una novela que te hace preguntas y te invita a pensar, rompiendo tus esquemas. 

Cierro esta novela con un párrafo que resume perfectamente el horror al que una víctima se enfrenta:


«Sara seguía siendo una víctima de un hombre que continuaba agrediéndola y de un sistema que no tenía respuestas para ella. Nadie curó su daño. Nadie supo ver a tiempo que era una adolescente en peligro y que necesitaba ayuda: su familia, sus amigos, las instituciones y la sociedad la habían abandonado. Le hicieron sentir culpable, como si fuera responsable de su abuso. No  hicieron un seguimiento de su salud mental ni le dieron herramientas para continuar con su vida una vez hubo terminado el juicio. Dieron por hecho que la cárcel es suficiente y cura el daño de la víctima». [pág. 341]


Y no. No es suficiente.


Booktrailer:




[Fuente: Imagen de la cubierta tomada de la web de la editorial]

Puedes adquirirlo aquí (tapa blanda) y aquí (Kindle)


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